El reloj marcaba una hora cualquiera cuando la noticia comenzó a correr como un rayo por redes sociales y grupos de WhatsApp: Sergio Lapegüe, uno de los conductores más queridos de la televisión argentina, había sido internado de urgencia.
Pero lo que al principio pareció ser un malestar pasajero pronto se transformó en una alerta roja. El diagnóstico fue contundente y preocupante: neumonía bilateral, la misma condición que contrajo el Papa Francisco.
Una vez más, el periodista tuvo que enfrentar al fantasma del sistema respiratorio, una lucha que no le es ajena. Y esta vez, el cuadro volvió a encender todas las alarmas.
Lapegüe, que se encontraba descansando en su casa de Lomas de Zamora, comenzó a sentirse mal. Dolor, fiebre, agotamiento. Los síntomas lo obligaron a trasladarse al Sanatorio Juncal de Temperley, donde fue recibido por un equipo médico que no dudó: debía quedar internado inmediatamente.
Lapegue en 2021, tras ser internado en terapia intensiva.
La neumonía bilateral —infección que afecta ambos pulmones— no es un tema menor, y menos en alguien con antecedentes respiratorios como él, que en 2021 ya había atravesado una internación grave por COVID-19. Aquella vez, la imagen del periodista luchando por respirar con una máscara de oxígeno había conmovido al país. Ahora, los recuerdos regresaron como un mazazo.
Desde su cama de hospital, y a pesar del cansancio, Sergio decidió hablarle directamente a su público. Grabó un breve video, con voz serena pero rostro visiblemente afectado. “Estoy en una habitación. Me están haciendo estudios, análisis. Estoy con neumonía bilateral. Vine ayer porque me sentía muy mal, muy débil. No podía más”, comenzó diciendo.
“Ahora estoy mejor, por eso les grabo esto. Para llevarles tranquilidad. Me están cuidando muy bien. Los médicos son unos genios. Estoy en las mejores manos”, agregó, tratando de mantener la calma mientras su cuerpo batallaba por volver a la normalidad.
El mensaje, aunque breve, trajo alivio a sus miles de seguidores, pero no alcanzó a disipar del todo la angustia. El recuerdo de su lucha anterior aún está fresco en la memoria colectiva. La imagen de Lapegüe en terapia intensiva, con lágrimas en los ojos y miedo en la mirada, es una herida que no terminó de cicatrizar.
Hoy, el periodista vuelve a dar pelea. Y el país, una vez más, contiene la respiración. Porque cuando la salud tambalea, hasta los rostros más sonrientes de la televisión se convierten en frágiles y humanos. Como todos.